Aprender a cuidarse de uno mismo, así como del entorno que nos rodea, es una de las primeras asignaturas de la vida.
Los adultos vemos estas actividades claramente la finalidad: vestirse, poner la mesa, limpiar el entorno… Pero realizar estas actividades con los niños tiene también un objetivo indirecto: mejorar la coordinación, aprender a seguir unos pasos, aumentar la concentración, pero sobre todo fomentar la independencia y la seguridad en uno mismo.
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Además de los bastidores para aprender a vestirse creados por María Montessori, completa tu aula o tu casa con otros materiales como herramientas, menaje de cocina, bandejas e incluso cubos y escobas para que puedan crecer autónomos en su propio ambiente.
La vida práctica es una actividad Montessori que facilita el desarrollo de la concentración, una condición importante y necesaria para mejorar en el aprendizaje. La coordinación es el segundo aspecto que desarrolla, a través de la motricidad gruesa y fina, facilitando alcanzar un mayor control del movimiento. Y finalmente se obtiene la autonomía sobre el cuidado personal y del entorno.
Junto a todos los beneficios producidos por realizar actividades de la vida práctica Montessori, el niño conseguirá adquirir una gran autoestima al ver como realizan las actividades, alcanzando metas y objetivos.
Debemos acordarnos que los niños, a estas edades, se fijan e imitan los gestos que realizan los padres. Por ello, debemos comenzar a realizar los movimientos de una forma calmada, para que los realicen de una forma voluntaria.
La niñez es un momento perfecto para ofrecer al niño diferentes herramientas, con las que ellos puedan tomar decisiones propias en diferentes actividades de la vida práctica.
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